Mi pequeño hermano me regaló una vez una manta de cuadraditos de ganchillo que tejió la que por entonces era su novia. Me encanta. Está destrozada de tanto usarla y lavarla.
A B. siempre le ha encantado mi apreciada manta, me la quitaba en cuanto me daba la vuelta. Y una día empezó a sugerir, subrepticiamente primero, y luego no tanto, que debía aprender a hacer ganchillo para tejerle una manta a él. De muchos colores y fondo negro.
A B. siempre le ha encantado mi apreciada manta, me la quitaba en cuanto me daba la vuelta. Y una día empezó a sugerir, subrepticiamente primero, y luego no tanto, que debía aprender a hacer ganchillo para tejerle una manta a él. De muchos colores y fondo negro.
Así que en pleno trastorno mental, hasta arriba de ansiedad por la necesidad de aprender a hacer cosas, compramos agujas y lana y nos pusimos a ver vídeos en Youtube. Conseguí entender qué era un granny square, pero no finalizar uno aceptable. Un desastre. Así que busqué cursos de iniciación en Sevilla y dí con Penélope, de Le Voilá. Ella me enseñó lo básico y un poco más.
A partir de ahí, después de mucha lana y tiempo desperdiciados en cuadros defectuosos, como un año y medio después, me gustaría decir que la manta de B. está acabada. Pero no es así.
Continuo luchando. Y para obligarme a terminarla me uno a la iniciativa de María y Mavi, de crochetear juntas un proyecto de grannies. Cada semana hay que poner en común los avances, por lo que me sentiré obligada a avanzar :)